jueves, 2 de julio de 2015

Impaciente paciencia



Las cosas vienen sin avisar y sin esperarlas, jamás esperamos una llamada...

Tras una mala época llega una mejor, dicen... Te despiertas por la mañana pensando en que lo peor ya ha pasado, que lo has superado, que ahora es tiempo para desconectar y disfrutar.

Con una sonrisa en la cara te preparas para un día más y sales a la calle.
Buenas noticias llegan a ti y por dentro sientes que realmente te lo mereces, que has trabajado duro y que ahora mismo eres capaz de todo...

Vuelves a casa, un día soleado del cual no puedes disfrutar porque hay que ir a trabajar. Pero no importa, al fin y al cabo es lo que te llena de vida... Ya lo disfrutarás.

Te haces la comida, cualquier cosa sirve, porque hoy comes sola.
Y vas masticando cada bocado mientras miras la tele antes de ir a trabajar... Suena el teléfono y oyes un tono de voz que no sabes distinguir si se trata de tristeza, desesperación, miedo o una mezcla de todas ellas...

Realmente, no sabes encajar malas noticias. Te cuesta reconocer los tonos deprimidos en otras personas o quizás te abruman por la cantidad de información encriptada que llevan o quizás no quieres darte cuenta... 
Pero las noticias vienen y tu estás al otro lado del teléfono... Sigues inmóvil, un poco incrédula. No sabes si quizás es una broma. No crees que lo fuera, con esas cosas no se bromea, más te gustaría que lo fuera.

Escuchas atentamente y aunque pareces no entender nada rápidamente buscas información mientras la otra persona está al otro lado del teléfono. Intentas mantener la calma, que no se note tu preocupación, calma... Habla despacio, habla con un tono bajo, despreocupado, que no se note...

La verdad, es que tienes esa extraña manía de hacer creer a la otra persona que no es nada, que tu también pasaste por algo así y que no tiene importancia y hay ciertas personas a las que les molesta que te comportes así. Pero es que es tu forma de calmar a la otra persona, de calmarte a ti misma... no sabes hacerlo de otra manera... Y mientras lo haces te das cuenta que lo estas haciendo una vez más y pides perdón internamente...

Cuelgas el teléfono. Dejas la pequeña pieza de comida que estabas comiendo... el hambre se fue...
Coges el coche y te pones de camino al trabajo y cuando llegas te das cuenta que no sabes como has llegado hasta allí.

Pones la mejor sonrisa en tu cara y entras a hacer una de las mejores cosas que sabes hacer. 
Al salir del trabajo vuelves a casa pero el día soleado ya no está... caen gotas del cielo y eso hace que salga la melancolía, pensamientos, recuerdos... y piensas que solo te faltaba eso ahora...
"No hay nada perdido, nada seguro" piensas y al mismo tiempo te sientes culpable por pensar lo peor... Siempre es el tiempo el que nos habla. Impaciente paciencia...

Finalmente te pones a hacer una de las cosas que sabes que no es tu mayor fuerte pero que es la que más te relaja.... escribir.


No hay comentarios:

Publicar un comentario