jueves, 3 de septiembre de 2015


Hoy estoy herida, hoy estoy dolida..
No sé con quien, quizás conmigo misma. 
Tampoco sé por qué, quizás porque no entiendo que la gente ve de diferente modo las cosas que nos rodean.Que yo siento más, que cuando me emociono lo hago al limite, que cuando me ilusiono lo hago al extremo, que cuando encuentro algo que busco, cuando consigo algo que realmente quería me entran dudas...

Soy impulsiva pero indecisa...Difícil combinación, lo sé... ¿por qué me haces esto si ya sabes como soy? ¿o soy yo la que debería cambiar porque sé que tu no eres así? No lo sé...

No sé describir lo que siento, es una mezcla de decepción, resentimiento, rabia... Lo describiría como un martillazo, pero ¿dónde? en el corazón, en el alma, que sé yo!

Quizás las personas con las que comparto momentos, hechos en la vida no tengan la misma ilusión que yo... No lo sé. Cuando se me ocurre una idea, la visualizo en mi cabeza hasta tal punto que ya da igual todo lo que vea. Si no se le parece a lo que ha aparecido en esta cabeza repleta de imaginación, no lo quiero.. es un NO rotundo. En cambio, cuando lo encuentro, dentro de mi se crea una fiesta llena de alegría, ilusión, felicidad... porque visualizo mas cerca el resultado final.

Tal vez para otras personas no es importante, pero aunque así fuera ¿no ven en mi la felicidad del momento?¿por qué arruinarlo? Soy feliz con muy poco...

Un mal día lo tiene cualquiera. Podríamos hablar de malos días e incluso hacer un concurso para ver quien ha vivido peores días en su vida, pero aún así, no me gusta que me aplasten las "ilusiones" si es que se pueden llamar así, porque son tan pequeñas, tan propias...

Cuando esto me pasa, me siento llena, como un vaso apunto de rebosar. Podríamos hablar de literalidad porque mis ojos se aguan. Y solo me relaja escribir desde la oscuridad, con música en mis cascos, para no llamar demasiado la atención. No sea que se den cuenta... Soy de llevarlo por dentro.

Seguro que alguna vez os habéis sentido inútiles, pero cuando esa inutilidad te la hace sentir alguien en el que confías tanto que eres capaz de mostrar tu lado más estúpido, duele...

¿por qué siento que con cada una de las personas que me rodea puedo mostrar una pequeña parte de mi interior? Todos los que me rodean conocen mi esencia, mi ser más básico, pero pocos o ninguno me conoce en mi totalidad por lo que parece ser...
Con unas personas muestro o me sacan mi lado más loco. Otros mi lado más sentimental. Otros mi cara mas dura, más fuerte... ¿quién soy? ¿Por qué tengo predilecciones de personas dependiendo del tema o problema a tratar? 
Supongo que me estoy planteando esto porque no sé con quién expresarme y tampoco sé como hacerlo... Me siento saturada ahora mismo por algo que quizás a otra persona le parecería ridículo, pero a mi me duele...


martes, 1 de septiembre de 2015

Me gusta tu boca



"Me gusta tu sonrisa, amplia y sincera,
siempre tienes una para regalar.

Me gusta la pequeña mueca que haces con los labios,
tan característica, tan tuya... que no hace falta mirarte a los ojos para saber
que estás pensando, si algo te gusta o te desagrada...

Conozco tu sonrisa a la perfección. Sé cuando fuerzas una sonrisa 
o si estás riendo de alegría y adoro ambas...

Me gusta cuando el pelo se queda pegado en tus labios
e intentas quitártelo haciendo un gesto de boca para no tener
que utilizar tus manos, siempre tan ocupadas...

Me encanta la sonrisa de niña pilla que pones cuando planeas
hacer alguna trastada... Se te ve a la legua que estás tramando algo...

Me gusta cuando llena de cansancio resoplas, cogiendo todo el aire que
puede llegar a caber en tus pulmones y soltándolo de golpe, formando
una pequeña circunferencia con tus labios, y moviendo algún mechón 
rebelde de tu pelo... ese pelo...

Me gusta los gestos que haces con tu boca cuando
intentas imitar a otras personas...

Me gusta, me gustas... Si no te lo digo yo ¿quién lo hará?..." Repetía mientras se miraba en el espejo... 

domingo, 5 de julio de 2015

Individualismo. "Hakuna matata"


La gran problemática social.
Cuando aparece algo en nuestras vidas, siempre valoramos si eso nos beneficia o nos perjudica, valoramos los pros y los contras, miramos si nos va a hacer la vida más fácil o no y cuando tenemos todos estos datos, emitimos un juicio de opinión basándonos en nuestros conocimientos, expectativas, vivencias y como no, pensando en el futuro propio.
Pero ¿qué pasa cuando aparece algo que nosotros creemos que nos beneficia pero sabemos que perjudica a otros? Sinceramente, nos da exactamente igual...
Los humanos nos hemos convertido en seres individualistas que solo miramos por nosotros mismos y por la gente que está más cerca. Opinamos de las cosas según nos afecten personalmente o no y cuando alguien nos da un juicio o un punto de vista más extenso en el cual podemos abrir más el campo de visión y ver cómo podría afectar a esas otras personas, se cierran en banda, te tratan como loco, extremista, "siempre te pones en lo peor..."

Somos más de 7,214,958,996
 de personas en el mundo... Muchos no sabemos ni pronunciar este número... ¿Por qué nos empeñamos en mirar solo lo nuestro? ¿Por qué somos tan HIPÓCRITAS y nos preocupamos de las cosas según nos afecta?¿Por qué podemos están pensando una cosa cuando no nos concierne y exactamente lo contrario cuando nos toca de cerca? ¿Es que acaso no es el mismo problema?
Sinceramente, a mí me gusta discutir. Bueno, más bien me gusta debatir, pero hay debates que prenden rápido cuando ves que la otra persona no para de mirarse el ombligo y dar opiniones que simplemente se basan en ella misma, cuando la problemática concierte a miles de millones de personas. Le doy diferentes puntos de vista que desmontan lo que dice, razones de peso... y la última fase antes de abandonar la conversación, es siempre igual... Todos se quedan sin argumentos LÓGICOS y empiezan a decirte lo que anteriormente he expuesto, pareciendo así que seas tu el loco. Puede que ellos se sientan más tranquilos con su conciencia haciendo eso... A mí personalmente me mata la idea solamente de pensar que seguirán pensando igual tras la conversación...

Un ejemplo claro y quizás extremista (ahora sí): personas que para mi gusto, tienen pensamientos poco apropiados con enfermedades, por ejemplo SIDA. Comentarios como "ellos se lo han buscado...", "a saber que habrán hecho..." etc...
En un momento dado, un amigo, familiar o lo que sea, contrae el SIDA y la persona que tanto criticaba pasa a defenderlos a muerte, solicitando más ayudas al estado y compadeciéndose de su amigo/familiar... ¿Qué pasa, que hasta que no le ha tocado a alguien cercano no necesitaban esas ayudas?. Esto es un simple ejemplo...

No estoy diciendo que nos volvamos todos locos... Cierto es que en África hay gente muy necesitada y no todos hacemos lo posible para ayudar. En ese sentido todos somos un poco hipócritas.
Sin ir más lejos, me refiero a hipócritas cercanos a la problemática actual de su propia sociedad.
Aparece alguna tecnología la cual puede desencadenar en violencia de género y homicidios, pero a las personas que no lo sufren les importa tres pepinos, ya que lo ven útil en sus vidas, cuando sinceramente no tiene nada de utilidad. Por ello, les parece perfecto sin importarles las victimas que eso pueda conllevar mientras a ellos les beneficie de un u otro modo...

¿Por qué somos tan egoístas y no pensamos un poco más en el resto de personas que conviven a nuestro lado?
Comportamientos que yo ni apoyo ni comprendo.







jueves, 2 de julio de 2015

Impaciente paciencia



Las cosas vienen sin avisar y sin esperarlas, jamás esperamos una llamada...

Tras una mala época llega una mejor, dicen... Te despiertas por la mañana pensando en que lo peor ya ha pasado, que lo has superado, que ahora es tiempo para desconectar y disfrutar.

Con una sonrisa en la cara te preparas para un día más y sales a la calle.
Buenas noticias llegan a ti y por dentro sientes que realmente te lo mereces, que has trabajado duro y que ahora mismo eres capaz de todo...

Vuelves a casa, un día soleado del cual no puedes disfrutar porque hay que ir a trabajar. Pero no importa, al fin y al cabo es lo que te llena de vida... Ya lo disfrutarás.

Te haces la comida, cualquier cosa sirve, porque hoy comes sola.
Y vas masticando cada bocado mientras miras la tele antes de ir a trabajar... Suena el teléfono y oyes un tono de voz que no sabes distinguir si se trata de tristeza, desesperación, miedo o una mezcla de todas ellas...

Realmente, no sabes encajar malas noticias. Te cuesta reconocer los tonos deprimidos en otras personas o quizás te abruman por la cantidad de información encriptada que llevan o quizás no quieres darte cuenta... 
Pero las noticias vienen y tu estás al otro lado del teléfono... Sigues inmóvil, un poco incrédula. No sabes si quizás es una broma. No crees que lo fuera, con esas cosas no se bromea, más te gustaría que lo fuera.

Escuchas atentamente y aunque pareces no entender nada rápidamente buscas información mientras la otra persona está al otro lado del teléfono. Intentas mantener la calma, que no se note tu preocupación, calma... Habla despacio, habla con un tono bajo, despreocupado, que no se note...

La verdad, es que tienes esa extraña manía de hacer creer a la otra persona que no es nada, que tu también pasaste por algo así y que no tiene importancia y hay ciertas personas a las que les molesta que te comportes así. Pero es que es tu forma de calmar a la otra persona, de calmarte a ti misma... no sabes hacerlo de otra manera... Y mientras lo haces te das cuenta que lo estas haciendo una vez más y pides perdón internamente...

Cuelgas el teléfono. Dejas la pequeña pieza de comida que estabas comiendo... el hambre se fue...
Coges el coche y te pones de camino al trabajo y cuando llegas te das cuenta que no sabes como has llegado hasta allí.

Pones la mejor sonrisa en tu cara y entras a hacer una de las mejores cosas que sabes hacer. 
Al salir del trabajo vuelves a casa pero el día soleado ya no está... caen gotas del cielo y eso hace que salga la melancolía, pensamientos, recuerdos... y piensas que solo te faltaba eso ahora...
"No hay nada perdido, nada seguro" piensas y al mismo tiempo te sientes culpable por pensar lo peor... Siempre es el tiempo el que nos habla. Impaciente paciencia...

Finalmente te pones a hacer una de las cosas que sabes que no es tu mayor fuerte pero que es la que más te relaja.... escribir.


jueves, 25 de junio de 2015

Extraña especie contradictoria


A veces me apetece estar acompañada solitariamente,
reír entre sollozos o soñar mientras estoy despierta.
Correr sin moverme del sitio, cantar sin voz...

A veces bebo sin tener sed y otras muchas escribo sin ganas...
Días en los que me gustaría hablar con los ojos o acariciar con el alma.
Besar sin tocarte. Gritar en silencio.

Mi extraña yo... 

Hay días que quiero entrar por la puerta de salida. Sentarme cuando debo estar de pie.
Hablar cuando debo callar. Sonreír cuando debo estar triste o estar triste cuando debo sonreír.
Reír de dolor y llorar de risa...

Ir a la playa en invierno y no pisarla en verano.
Salir a pasear los días de lluvia.
Llamar a la puerta para salir.

Reír en las despedidas. Mezclar dulce con salado.
Decir que no y hacer que sí...
Días en los que me levanto antes de caer y días en los que caigo y no me levanto...

Contártelo sin que me lo pidas pero no hacerlo cuando me lo pides...
Así soy yo...

Tranquila ansiedad que siempre me acompaña. Armadura hecha de sentimientos. Máscara transparente. Sonrisa construida con lágrimas. Áspera ternura. Alegría pintada...



miércoles, 24 de junio de 2015

La Princesa y su castillo sin puerta.




Levantó una coraza para que jamás nadie pudiese herirla. Puso seguridad, un clave, inventada en el momento la cual lanzó al mar por si se le ocurría memorizarla. Así se aseguraría de que jamás vería nadie el interior de su castillo.
El dolor hizo que tabicara ventanas y puertas, aislándose por completo del exterior, dejando solo un agujero diminuto por donde ella no cabía por tener el alma demasiado grande. Grandeza que había alcanzado por sus experiencias y vivencias en su corta vida. 

Poco a poco fue pasando el tiempo, y ella, encerrada en su castillo de piedra, ahora prisión, se fue aislando del mundo, olvidándose de lo que son los sentimientos, el amor, la alegría... Cada vez que se acordaba de esto sabía que era un precio alto que estaba pagando por no volver a sentir dolor, y en sus adentros pensaba que valía la pena.

Llegó un día en el que se alma se hizo tan pequeña que se dio cuenta que podía salir al exterior por aquel diminuto agujero que había dejado sin tabicar.
Decidió salir al exterior.

Empezó a andar entre la gente con sus prendas anticuadas. Veía por las calles amor y también tristeza pero ella era impasible, como una roca.


Día tras día salía por ese pequeño diminuto para ver el mundo a su alrededor, pero pronto se dio cuenta que su mundo estaba vacío, apagado, era insípido. Nada tenia emoción...
El mundo lleno de olores, colores y sensaciones que ella conocía no era ese que estaba viendo con sus ojos.


Triste, más aún si cabe tras esa coraza, se fue para estar sola. Esa tarde no regresó al castillo si no que se sentó en un claro en el bosque y pasó largas horas reflexionando sobre lo que le ocurría. Sin darse cuenta cayó la noche. Levantó la mirada y vio miles de estrellas brillando en la inmensidad del cielo. Le reconfortó sentirse acompañada por las estrellas que desde arriba la miraban y se compadecían de ella.

Mientras miraba las estrellas pensó que sería buena idea contarle su historia a las estrellas. Ellas no le juzgarían, no le podrían hacer daño, ellas no hablan, no opinan, solo escuchan.... Así que empezó a relatar la historia de su vida y mientras ella hablaba y hablaba sin parar, empezó a llover...

Rápidamente, enmudeció, estaba tan equivocada! Las estrellas lloraban con su historia. Ellas no podían hablar, pero podían expresarse. Le hicieron sentirse tan triste por ella misma....

Al ver que no podía confiar ni en las estrellas, las cuales se compadecían de ella, se levantó y empezó a correr sin rumbo, llegando así a la plaza del pueblo.
Totalmente desierta, decidió sentarse en unas escaleras cercanas a la iglesia y pensar en lo que le había ocurrido.

Mientras estaba cabizbaja pensando, entre sus piernas pasó rozando su pequeña cola, un gato. Un gato empapado por las lagrimas de las estrellas. 
Esta, miró al gato y vio que el pequeño gato, estaba hambriento, era un cachorro abandonado. Pudo ver que el gato temblaba de frío y buscaba ayuda humana.
Dejó de llorar y rápidamente se quitó una de sus prendas y la utilizó para secar al cachorro y darle calor. Estaba sintiendo compasión por él. La misma compasión que sintieron las estrellas al oír su historia...

No lo pensó dos veces, cogió al cachorro y se puso en marcha regreso al castillo diciéndole al oído que lo iba a salvar de este mundo que solo nos hace sufrir, pero al llegar al diminuto agujero por el que entraba y salía se percató de que ya no cabía.
Algo había cambiado. Hizo tremendos esfuerzos por volver a entrar, pero eran en vano. Era demasiado grande. Su alma había crecido ese día.
Sin darse cuenta, había empezado a sentir de nuevo. Y en ese preciso instante se dio cuenta de que era necesario sentir para poder vivir, para poder crecer. Sentir alegría, dolor, compasión, ira, rabia...

Por primera vez en mucho tiempo sentía de nuevo. 

Ordenó construir de nuevo todas las puertas y ventanas de su castillo. Se dio cuenta que prefería vivir y arriesgarse a sentir dolor, que no aislarse y dejar que su vida pasara. De hecho el sentir, el expresarse, el actuar con el alma le hacía sentirse viva, aunque a veces le tocara sufrir, pero disfrutaba hasta del dolor, porque es un sentimiento que le hacía conectar con su ser mas profundo.

Jamás volvió a sentirse sola y cada noche iba a ese mismo claro del bosque para hablar con las estrellas, acompañada con su fiel compañero. 

miércoles, 21 de enero de 2015

Las piezas de mi puzle, las personas.


 
 
Hoy me he levantado filosófica tras tener una larga conversación, de esas que me gustan, con una buena amiga. Esas conversaciones que te hacen meditar, cambiar puntos de vista, debatir y replantearte las cosas...
 
He estado haciendo un recorrido interno acerca de las personas que he ido conociendo estos últimos años en mi vida. La verdad, nunca me había percatado de lo mucho que se parecen a mi esas personas y de lo hondo que pueden calar. Y no me refiero a parecerse a mi de una forma genérica, sino de una forma un tanto específica.
 
Haciendo un recorrido por los últimos años de mi vida y comparando las personas que hasta ahora me han marcada o mejor dicho, han dejado una marca positiva en mi vida, me he dado cuenta que cada una de ellas tiene algo que se parece a mí. No es toda la persona en su ser, sino algo que hace que tenga esa conexión conmigo. Alguna veces no sé que es. Otras, lo descubro en seguida.
Es algo, una característica, un sentimiento quizás, que me hace tener esa conexión especial con esa persona. Como cuando conoces a alguien y en varios días parece que le conozcas de toda la vida y realmente aun no has tenido tiempo de profundizar en esa persona, pero ya existe esa conexión y esto se escapa de la comprensión humana, tan cuadrados, tan humanos que no entienden de emociones, sentimientos, percepciones, amor.... pero no ese amor de pareja, amor por la persona, por la forma de ser, de sentir que tiene, por esa conexión invisible, por eso que sin saber por qué te une a esas personas, por eso por lo que os hace ser tan parecidos...
 
Y se me vienen a mi mente imágenes mientras escribo esto, difíciles de explicar, fáciles de sentir. Imágenes que provienen del dicho que existe que dice que todas las personas aparecen por algo en nuestra vida y que todas nos enseñan algo, ya sea bueno o malo, pero de todas aprendemos algo.
Somos como puzles incompletos y a lo largo de nuestra vida iremos conociendo a gente... gente que nos haga daño, gente que nos enseñe a sobrevivir y a aprender de la vida y otra gente que nos aportará cosas. Esa gente que nos dejará esa marquita porque nos habrá entregado sin saber una pieza de las que le falta a nuestro puzle. Esa gente es la importante, esa gente es la que nos enseñará valores de la vida que hasta ahora no habíamos apreciado o no habíamos visto así. Gente que incluso nos hará cambiar nuestra forma de ser sin apenas darnos cuenta.
Por supuesto que esta gente nos podrá hacer sufrir y pasarlo mal. Sentiremos la rabia al discutir, el dolor de sentirnos traicionados por esa persona, nos dolerá el estar sin hablar. Es el precio que se paga cuando se tienen emociones y se aprecia a la gente.
 
Todas las personas con las que nos cruzamos a lo largo de nuestra vida, nos enseñan y nos aportan algo. Pero las que realmente nos enseñarán eso que nos faltaba a nosotros, serán los que tengan esa pieza del puzle que a ti te falta.
Conoceremos a estas personas de las formas más inusuales, increíbles, extrañas o no permitidas posibles o quizás por casualidades. Quizás en un viaje, en otro país, en mitad de una fiesta, en el trabajo... no importa, porque aunque estéis lejos o tiempo sin hablar siempre os unirá ese hilo emocional invisible que hará que no importe el tiempo que pase o la distancia porque siempre será como si hubieses hablado ayer, como si no hubieseis discutido, como si nada hubiese cambiado, el sentimiento seguirá ahí.
 
La gente que yo he conocido me ha enseñado a expresarme sin miedo, a tener más confianza en mi, a expresar mis sentimientos, a mostrarlos, a sentir esa libertad personal, a que todo es posible y que todo se puede lograr, a sentir otro tipo de amor...
 
He encontrado muchas piezas de mi puzle pero estoy segura que aún me queda muchas más por reunir, porque la vida tiene todavía muchas más lecciones por enseñarme.
 
 

viernes, 16 de enero de 2015


 
Que la vida es solo una, que no vuelve atrás, que no para. Sigue y sigue, con sus gentes, con música, con su alegría y con sus problemas.
Siempre vivimos mirando el futuro, lo que vendrá, lo que nos espera. Luchamos por ello, nos esforzamos y hacemos todo lo posible por conseguirlo; pasamos noches en vela, temporadas desaparecidos para el resto del mundo, pasamos épocas de bajón... todo pensando en el futuro..
 
Otros muchos se aferran al pasado, a lo que han vivido, a lo que conocen, ya sea bueno o malo. Siguen por comodidad, por tranquilidad o por estabilidad, llamadlo como queráis.
 
Pero ¿y qué pasa con el ahora?. Nos centramos tanto en el pasado vivido o el futuro que vendrá que cuando nos damos cuenta que nuestro presente es lo que importa, ya ha pasado...
 
Hoy la vida me ha enseñado una lección. Nos preocupamos demasiado por cosas que no tienen tanta importancia. Nos estresamos, nos enfadamos y lo acumulamos en el interior. ¿Para qué?, ¿por qué?.
Tenemos que saborear y disfrutar los días, las amistades, cada carcajada, cada lágrima, cada momento, cada abrazo y cada beso, porque dependerá de esto el tener un pasado más bonito que recordar. La preocupación no sirve de nada, solo nos altera el corazón y el alma y finalmente dejamos una pequeña huella negra en nuestro pasado.
 
Ahora veo que la vida es como un carrete de fotos. Podemos ver nuestro pasado en imágenes mentales y depende de nosotros que sea más bonito o menos. Nuestro presente lo creamos nosotros, es lo único que tenemos la posibilidad de elegir y jugar a nuestro antojo. El futuro todavía no está revelado y no lo podremos ver. Mejor.
 
Llevar una vida feliz ahora, significa seguir la misma línea en el futuro y crear un bonito pasado.
¿Estamos viviendo ahora lo que queremos vivir?, ¿estamos como queremos estar?, ¿reímos todo lo que queremos reír?, ¿sentimos cuanto nos gustaría sentir?.
 
Vida solo hay una y quizás luego se termine el carrete. Y como un jarro de agua fría será cuando mires atrás.